El invencible verano: un símbolo de resistencia ante un mundo en llamas
Vivir lento, entonces, se convierte en un acto de resistencia ante el caos.
Me encuentro constantemente atrapada entre la culpa por vivir desde mi privilegio y la necesidad de estar en paz y disfrutar la vida en medio del caos que nos acecha a nivel global.
Estoy segura, de que no soy la única que se siente completamente abrumada por todo lo que pasa en el mundo: guerras, hambruna, injusticias, violencia, desigualdad, la lista de etcéteras continúa infinitamente. Y al mismo tiempo le carcome la urgencia de dejar todo eso de lado por un momento y disfrutar la vida aquí y ahora.
Vivir lento, entonces, se convierte en un acto de resistencia ante el caos.
Para mi ha sido sumamente difícil, me siento hipócrita tomando mi matcha en las mañanas, escuchando música, mientras del otro lado del mundo hay tanta gente muriendo a causa de una guerra sin sentido (como lo son todas las guerras en realidad); disfrutando comer despacio y sintiendo los sabores en mi boca, mientras en aquel país que se siente tan lejano, se usa la hambruna como arma. Se forma una paradoja en mi cerebro, una disonancia tan fuerte que me lleva directamente a la crisis.
Me siento sumamente agradecida por la realidad que habito, que mis preocupaciones y miedos no sean de vida o muerte. Y aún así, no puedo evitar sentirme culpable, no logro eliminar la sensación de asco y hartazgo de mis entrañas. Me encuentro en un loop infinito de gratitud y rabia.
¿Cómo puedo entonces habitar mi piel en este mundo en llamas?
Siento que vivo en una contradicción gigante, el mundo es una locura, todos estamos cambiando, de alguna manera, ante esta realidad tan cruda que nos abofetea. Algunos se encierran en su mundo y se vuelven insensibles ante el sufrimiento del otro; otros viven en una angustia tremenda, con ansiedad y frustración de no poder hacer realmente nada; y otros estamos tratando de averiguar como sobrevivir sin perder la humanidad que nos queda.
Me rehúso totalmente a vivir como si no estuviera pasando nada, va en contra de mi naturaleza rebelde, mi alma me pide a gritos al menos tratar de hacer algo. ¿Pero que puede hacer una simple mortal como yo?
Entonces estoy aquí, escribiendo un ensayo sin sentido mientras tomó café y trato de mantener mi mente a flote y mi corazón en una sola pieza. ¿Qué hacer cuando todo parece perder sentido, pero al mismo tiempo tenemos que seguir viviendo?
Siento que todo lo que hago carece de sentido ante la crisis que nos atraviesa, es muy incrédulo pensar que no nos afecta todo lo que está sucediendo solamente porque no nos toca directamente.
Y entonces vuelvo a Camus y su filosofía del absurdo, su metáfora del “Invencible verano” como símbolo de resistencia, de nuestra capacidad, tan humana, para encontrar alegría y significado incluso en las circunstancias más extremas.
“En el medio del odio me pareció que había dentro de mí un amor invencible. En medio de las lágrimas me pareció que había dentro de mí una sonrisa invencible. En medio del caos me pareció que había dentro de mí una calma invencible.
Me di cuenta, a pesar de todo, que en medio del invierno había dentro de mí un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra, dentro de mí hay algo mejor empujando de vuelta.”
El verano, 1953 —Albert Camus
Siempre he encontrado preciosa la forma en que Camus retrata la contradicción humana entre el deseo de encontrar sentido y el silencio indiferente del universo. Como el veneno se convierte en antídoto, donde esta búsqueda incansable genera desesperación y al mismo tiempo ofrece libertad. Al aceptar que la vida carece de sentido (el absurdo en si), podemos liberarnos de las expectativas y la presión, casi patológica, de vivir una vida con significado, y solo así, darle uno nosotros mismos.
Ahora, esto no significa únicamente rendición, requiere rebeldía como acto de resistencia, una oportunidad para descubrirnos a nosotros mismos desde una mirada más real, más conectada con el otro, por más contradictorio que esto parezca. La rebelión afirma nuestra humanidad, al enfrentar las injusticias, podemos encontrar un sentido de propósito que trasciende las circunstancias temporales. Esta es una fuente de inspiración y fortaleza que nos recuerda que el cambio es posible.
La aceptación del absurdo, entonces, nos anima a vivir en el presente y aprovechar al máximo cada momento. Porque si la vida carece sentido, lo único que tiene sentido es vivir intensamente.
Gracias por leerme y acompañarme en este viaje tan absurdo a través del absurdo que nos rodea a todos. Sigamos resistiendo en colectivo. Que la escritura sea la llama de la rebelión de la consciencia.